HISTORIAS DE LUCHA


CARLOS MARX

Biografía

Karl Marx procedía de una familia judía de clase media; su padre era un abogado convertido recientemente al luteranismo. Estudió en las universidades de Bonn, Berlín y Jena, doctorándose en filosofía por esta última en 1841. Desde esa época el pensamiento de Marx quedaría asentado sobre la dialéctica de Hegel, si bien sustituyó el idealismo hegeliano por una concepción materialista, según la cual las fuerzas económicas constituyen la infraestructura subyacente que determina, en última instancia, fenómenos «superestructurales» como el orden social, político y cultural.

En 1843 se casó con Jenny von Westphalen, cuyo padre inició a Marx en el interés por las doctrinas racionalistas de la Revolución francesa y por los primeros pensadores socialistas. Convertido en un demócrata radical, Marx trabajó algún tiempo como profesor y periodista; pero sus ideas políticas le obligaron a dejar Alemania e instalarse en París (1843).

Por entonces estableció una duradera amistad con Friedrich Engels, que se plasmaría en la estrecha colaboración intelectual y política de ambos. Fue expulsado de Francia en 1845 y se refugió en Bruselas; por fin, tras una breve estancia en Colonia para apoyar las tendencias radicales presentes en la Revolución alemana de 1848, pasó a llevar una vida más estable en Londres, en donde desarrolló desde 1849 la mayor parte de su obra escrita. Su dedicación a la causa del socialismo le hizo sufrir grandes dificultades materiales, superadas gracias a la ayuda económica de Engels.

Marx partió de la crítica a los socialistas anteriores, a los que calificó de «utópicos», si bien tomó de ellos muchos elementos de su pensamiento (particularmente, de autores como Saint-SimonRobert Owen o Charles Fourier). Tales pensadores se habían limitado a imaginar cómo podría ser la sociedad perfecta del futuro y a esperar que su implantación resultara del convencimiento general y del ejemplo de unas pocas comunidades modélicas.

Por el contrario, Marx y Engels pretendían hacer un «socialismo científico», basado en la crítica sistemática del orden establecido y el descubrimiento de las leyes objetivas que conducirían a su superación; la fuerza de la revolución (y no el convencimiento pacífico ni las reformas graduales) sería la forma de acabar con la civilización burguesa. En 1848, a petición de una liga revolucionaria clandestina formada por emigrantes alemanes, Marx y Engels plasmaron tales ideas en el Manifiesto Comunista, un panfleto de retórica incendiaria situado en el contexto de las revoluciones europeas de 1848.

El 14 de marzo de 1883 fallecía en Londres, Reino Unido, Karl Marx, uno de los hombres más importantes del siglo XIX por sus aportaciones a la filosofía contemporánea y  el desarrollo de las sociedades. Para conmemorar el aniversario de la fecha, repasamos algunos datos sobre su legado. 

Marx finalizó sus estudios de Derecho en Alemania y se doctoró con una tesis sobre la filosofía de Epicuro. Durante esos años conoció a Friedrich Engels, con quien trabó amistad y escribió el 'Manifiesto del Partido Comunista' en 1848, una de las obras más importantes de la historia.

 

Movimiento socioideológico

Marx redactó varios escritos con la teoría de que todas las sociedades evolucionan a través de la dialéctica de la lucha de clases, apostando por que el sistema socioeconómico sería reemplazado por una nueva clase social, el proletariado. A la corriente derivada de sus obras se la bautizó como marxismo, y está indisolublemente ligada a los conceptos de socialismo y comunismo.

En sus obras, Marx pretendía demostrar las pautas del desarrollo del capitalismo. Creía que cada época se caracterizaba por un sistema de producción relacionado con el poder establecido y, por tanto, con una clase explotadora en constante lucha con la población oprimida.

Para acabar con la lucha de clases,

Marx sostenía que debía

establecerse la dictadura del proletariado

Según el alemán, los trabajadores se alzarían contra el poder y llevarían a cabo una revolución que implicaría el control de los medios de producción y la ocupación de los principales cargos gubernamentales para crear un sistema social justo. Todos estos movimientos culminarían en una dictadura del proletariado y la consecuente desaparición de la lucha de clases.

Sobre la religión

Con la famosa frase “la religión es el opio del pueblo”, Marx quería dar a entender que la fe funciona como un narcótico que presenta una falsa realidad, una felicidad inexistente que frena a búsqueda de las verdaderas necesidades del hombre, convenciéndole de que el orden establecido era irremediable, frenando así sus deseos de justicia y progresión.

Según su postura, la religión legitima las injusticias sociales argumentando que la perfección divina llegaría en el más allá. La única manera de terminar con esta situación era cambiar las condiciones socioeconómicas de los trabajadores para instaurar un paraíso en la tierra, dejando obsoleto el mensaje de la fe.

El capital

Posteriormente, durante su estancia en Inglaterra, Marx profundizó en el estudio de la economía política clásica y, apoyándose fundamentalmente en el modelo de David Ricardo, construyó su propia doctrina económica, que plasmó en El capitalde esa obra monumental sólo llegó a publicar el primer volumen (1867), mientras que los dos restantes los editaría después de su muerte su amigo Engels, poniendo en orden los manuscritos preparados por Marx.

Partiendo de la doctrina clásica, según la cual sólo el trabajo humano produce valor, Marx señaló la explotación del trabajador, patente en la extracción de la plusvalía, es decir, la parte del trabajo no pagada al obrero y apropiada por el capitalista, de donde surge la acumulación del capital. Denunciaba con ello la esencia injusta, ilegítima y violenta del sistema económico capitalista, en el que veía la base de la dominación de clase que ejercía la burguesía.

Sin embargo, su análisis aseguraba que el capitalismo tenía carácter histórico, como cualquier otro sistema, y no respondía a un orden natural inmutable como habían pretendido los clásicos: igual que había surgido de un proceso histórico por el que sustituyó al feudalismo, el capitalismo estaba abocado a hundirse por sus propias contradicciones internas, dejando paso al socialismo. La tendencia inevitable al descenso de las tasas de ganancia se iría reflejando en crisis periódicas de intensidad creciente hasta llegar al virtual derrumbamiento de la sociedad burguesa; para entonces, la lógica del sistema habría polarizado a la sociedad en dos clases contrapuestas por intereses irreconciliables, de tal modo que las masas proletarizadas, conscientes de su explotación, acabarían protagonizando la revolución que daría paso al socialismo.

 

En otras obras suyas, Marx completó esta base económica de su razonamiento con otras reflexiones de carácter histórico y político: precisó la lógica de lucha de clases que, en su opinión, subyace en toda la historia de la humanidad y que hace que ésta avance a saltos dialécticos, resultado del choque revolucionario entre explotadores y explotados, como trasunto de la contradicción inevitable entre el desarrollo de las fuerzas productivas y el encorsetamiento al que las someten las relaciones sociales de producción.

También indicó Marx el objetivo último de la revolución socialista que esperaba: la emancipación definitiva y global del hombre (al abolir la propiedad privada de los medios de producción, que era la causa de la alienación de los trabajadores), completando así la emancipación meramente jurídica y política realizada por la revolución burguesa (que identificaba con el modelo francés). Sobre esa base, Marx apuntaba hacia un futuro socialista entendido como realización plena de las ideas de libertad, igualdad y fraternidad, como fruto de una auténtica democracia; la «dictadura del proletariado» tendría un carácter meramente instrumental y transitorio, pues el objetivo no era el reforzamiento del poder estatal con la nacionalización de los medios de producción, sino el paso (tan pronto como fuera posible) a la fase comunista en la que, desaparecidas las contradicciones de clase, ya no sería necesario el poder coercitivo del Estado.

La Primera Internacional

Marx fue, además, un incansable activista de la revolución obrera. Tras su militancia en la diminuta Liga de los Comunistas (disuelta en 1852), se movió en los ambientes de los conspiradores revolucionarios exiliados hasta que, en 1864, la creación de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) le dio la oportunidad de impregnar al movimiento obrero mundial de sus ideas socialistas.

 

En el seno de aquella Primera Internacional, gran parte de sus energías las absorbió la lucha contra el moderado sindicalismo de los obreros británicos y contra las tendencias anarquistas continentales representadas por Pierre Joseph Proudhon y Mijaíl Bakunin. Marx triunfó e impuso su doctrina como línea oficial de la Internacional, si bien ésta acabaría por hundirse como efecto combinado de las divisiones internas y de la represión desatada por los gobiernos europeos a raíz de la revolución de la Comuna de París (1870).

Retirado desde entonces de la actividad política, Marx siguió ejerciendo su influencia a través de sus discípulos alemanes, como August Bebel o Wilhelm Liebknecht; desde su creación en 1875, ambos fueron figuras de peso en el Partido Socialdemócrata Alemán, grupo dominante de la Segunda Internacional que, bajo inspiración decididamente marxista, se fundó en 1889. Muerto ya Marx, Engels asumió el liderazgo moral de aquel movimiento; la influencia ideológica del marxismo seguiría siendo determinante durante un siglo.

Sin embargo, el empeño vital de Marx había sido el de criticar el orden burgués y preparar su destrucción revolucionaria, evitando caer en las ensoñaciones idealistas de las que acusaba a los visionarios utópicos; por ello no dijo apenas nada sobre el modo en que debían organizarse el Estado y la economía socialistas una vez conquistado el poder, dando lugar a interpretaciones muy diversas entre sus adeptos. Dichos seguidores se escindieron entre una rama socialdemócrata cada vez más orientada a la lucha parlamentaria y a la defensa de mejoras graduales salvaguardando las libertades políticas individuales (Karl KautskyEduard BernsteinFriedrich Ebert) y una rama comunista que dio lugar a la Revolución bolchevique en Rusia y al establecimiento de Estados socialistas con economía planificada y dictadura de partido único (Lenin y Stalin en la URSS y Mao Tse-tung en China).

Interpretaciones de sus textos

La obra de Marx es en ocasiones compleja y un tanto confusa, motivo por el cual a lo largo de la historia se ha interpretado de formas distintas:

Antes de la Primera Guerra Mundial (1914 - 1918), Eduard Bernstein, impulsor del Revisionismo, puso en duda que lo que Marx apoyaba en sus escritos fuese la revolución de los trabajadores para concluir con la desigualdad social. 

El marxismo también cumplió un papel importante en los movimientos políticos que surgieron en Rusia tras la revolución de 1917: Lenin aportó una interpretación peculiar del imperialismo y de la organización del Estado; el resultado fue la doctrina marxista-leninistaStalin negaba la internacionalización de la revolución y Trotski apostaba exactamente lo contrario, punto de partida de los muchos desencuentros que protagonizaron ambos líderes, llevando al asesinato de este último en 1940.

Asimismo, hay que mencionar la influencia que tuvo en los representantes de la Escuela de Frankfurt, reflejada en la Teoría Crítica; y en Mao Zedong, quien apostaba por la adaptación del marxismo al Tercer Mundo.

Frases célebres que resumen el pensamiento de Marx

  • "El hombre es el ser supremo para el hombre"
  • "La peor lucha es la que no se hace"
  • “Igual que en la religión el hombre es dominado por el producto de su propia cabeza, en la producción capitalista lo es por el producto de su propia mano”
  • “No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia”
  • “La manera como se presentan las cosas no es la manera como son; y si las cosas fueran como se presentan la ciencia entera sobraría”
  • "El motor de la historia es la lucha de clases"
  • “El comunismo no priva a nadie del poder de apropiarse productos sociales; lo único que no admite es el poder de usurpar por medio de esta apropiación el trabajo ajeno”
  • "Los trabajadores no tienen nada que perder, salvo sus cadenas